miércoles, 4 de agosto de 2021

La identidad multiplicada de Fernando Pessoa


    El poeta portugués Fernando Pessoa, nacido en Lisboa el 13 de junio de 1888, a las 15h 20m, es un vivo ejemplo de lo que puede suceder cuando una constelación de aspectos de la serie del 17 induce a una persona a permanecer anclada en una actitud propia de la adolescencia avanzada (16-18 años), es decir, del momento en que uno contempla el abanico de posibilidades de ser que se despliega ante el horizonte vital y baraja las diferentes opciones de definirse como persona, cumplir una función social, decidir quién se quiere ser, qué se quiere hacer, por qué caminos transitar y qué ideales defender. Quedarse emocionalmente apegado a ese momento significa mantener abiertas todas las opciones, sin terminar de rechazar ni de aceptar definitivamente ninguna de ellas; significa dilatar indefinidamente el proceso de deliberación, ensayando primero un rol y luego otro, mirando las cosas desde un punto de vista y después desde otro, eludiendo comprometerse firmemente con alguna de las alternativas.

    Fernando Pessoa, en cuyo nacimiento se entrelazan el armónico 5 con el 17, transfiguró esta situación en una obra de arte. Hizo de la perpetua búsqueda de su identidad personal el motivo central y el eje de su producción literaria; y se valió de los recursos formales de la poesía y el ensayo para llevar adelante el proyecto interminable de forjarse a sí mismo. La sorprendente solución que encontró al conflicto entre la necesidad de decidirse por una identidad y la incapacidad de rechazar las identidades alternativas fue asumir alrededor de un centenar de personalidades distintas bajo la forma de otros tantos heterónimos. Un heterónimo no es solo otro nombre con el que firmar sus escritos, no es un simple pseudónimo bajo el que ocultar o proteger la verdadera identidad para poder expresarse más libremente; es otra persona. Cada una de estas personas inventadas y encarnadas por Pessoa tiene su propio nombre, sus propias ideas, sus propias tendencias sexuales, su propio estilo literario, su propia obra, diferentes a las de las otras, hasta el punto de que a veces discuten entre sí, polemizan, contrastan, y, de ese modo, escenifican el conflicto interior en una forma visible. Tienen también su propia fecha de nacimiento y de muerte, y es posible que Pessoa, que dominaba también el arte de la astrología, tuviera en cuenta las posiciones de los planetas al escoger las fechas de nacimiento que asignó a sus heterónimos.



    Pessoa construyó de esta forma una sociedad entera dentro de sí mismo, si bien con el común denominador del gusto por las diferentes formas de expresión literaria. Con estas premisas, era de esperar que la obra de Pessoa no fuera sistemática ni compacta, sino fragmentaria, inconclusa, desordenada, oscilante, parcial, y hasta esporádicamente banal. Estas características hacen de él, en palabras de Antonio Sáez Delgado, "un emblema de la modernidad". Todos los intentos de fijar, ordenar o establecer sus obras completas tenían que fracasar necesariamente, porque la suya era una obra viva, que no se deja disecar, su obra era su vida, vivía en su obra y para su obra, su obra era hacerse y deshacerse.

    La carta natal geocéntrica de Fernando Pessoa se muestra en la figura 1. Se incluyen los aspectos de las cinco primeras series más la serie del 17, dentro de orbes armónicos proporcionales de 12º / nº de serie. Con esta fórmula, el orbe para los aspectos de la serie del 17 es 0º 42'.


Figura 1
Carta natal de Fernando Pessoa

    El ascendente en 4º de Escorpio, que recibe un quincuncio de Plutón desde la casa VIII y una cuadratura de Saturno, junto con el Sol en la casa VIII, sugieren una necesidad de definir la identidad a través de procesos de muerte y regeneración. Solo uno de sus 72 heterónimos le sobrevivió. A todos los demás les asignó el día de su muerte.

    Los aspectos de la serie del 17 presentes en esta carta, dentro del orbe de 0º 42', son los que se listan en la tabla siguiente:


    El complejo Luna-Mercurio-Plutón, tres planetas entrelazados entre sí por aspectos de la serie del 17 con orbes muy estrechos, conduce la búsqueda de la propia identidad por los senderos de la imaginación (Luna), la palabra escrita (Mercurio) y la efervescente eclosión de alternativas que emergen de las profundidades del inconsciente y se sumergen de nuevo en él (Plutón). La difícil conciliación de Saturno con Neptuno, que es algo así como tratar de estructurar la niebla o de tocarla, adivinar la forma de lo informe o buscar los límites del infinito, se expresa, por ejemplo, en su mística negativa y sensorial, la negación de Dios como nombre y como concepto abstracto y nebuloso y su disposición a recibirlo como árbol, como cielo, como monte, que son lo que son sin apuntar a nada más allá.

No creo en Dios porque nunca lo vi.
Si él quisiera que yo creyese en él,
Seguramente vendría a hablar conmigo
Y cruzaría el umbral de mi puerta
Diciéndome: ¡Aquí estoy!

Pero si Dios es las flores y los árboles
Y los montes, la luna y el sol,
Entonces creo en él,
Entonces creo en él en todo momento,
Y mi vida entera es una oración y una misa,
Y una comunión con los ojos y los oídos.

Pero si Dios es los árboles y las flores
Y los montes y la luna y el sol,
¿Para qué llamarlo Dios?
Lo llamo flores y árboles y montes y sol y luna;
Porque si él se hizo para que lo viese,
Como siendo sol y luna y flores y árboles y montes
Y luna y sol y flores,
Es porque quiere que lo conozca
Como árboles y montes y flores y luna y sol.

Y por eso le obedezco,
(¿Qué más sé yo de Dios que Dios de sí mismo?),
Le obedezco al vivir espontáneamente, 
Como quien abre los ojos y ve,
Y lo llamo luna y sol y flores y árboles y montes, 
Y lo amo sin pensar en él,
Y lo pienso al ver y oír,
Y ando con él en todo momento.

Alberto Caeiro (heterónimo de Fernando Pessoa)

    El aspecto Saturno-Neptuno se conecta con el complejo Luna-Mercurio-Plutón a través de quintiles, dentro del armónico 17 (figura 2), que es la primera evidencia de que en Pessoa el armónico 17 se vincula con el 5. Pero esto se ve con mucha más claridad aún si buscamos los aspectos de la serie del 17 dentro del armónico 5 (figura 3).


Figura 2
Armónico 5 de Fernando Pessoa

    O, alternativamente, podemos confirmar esto mismo consultando la carta armónica 85, que resulta de multiplicar 5 por 17.


Figura 3
Armónico 85 de Fernando Pessoa

        Dejemos que sea el propio Pessoa quien, por medio de Bernardo Soares, el heterónimo al que atribuyó su Libro del desasosiego, nos explique en qué forma se concretó esta combinación de armónicos.
  • Pertenezco (...) a aquel género de hombres que están siempre al margen de aquello a lo que pertenecen, no viendo sólo la multitud de la que son parte, sino también los grandes espacios que hay al lado.  
    • Libro del Desasosiego, (en adelante, LDD) fragmento 1
  • si me apartara de todos ellos, y me despojara de este uniforme [de ayudante de tenedor de libros](...), ¿a qué otra cosa me habría de incorporar?─porque a otra tendría que incorporarme, ¿con qué otro uniforme me habría de vestir?─porque con otro me tendría que vestir.
    • LDD, fragmento 7
  • Todo en mí es tendencia, para ser a continuación otra cosa; una impaciencia del alma consigo misma, como un niño inoportuno; un desasosiego siempre creciente y siempre igual.
    • LDD, fragmento 10
  • Nunca nos realizamos
    • LDD, fragmento 11
  • Me desenrollo como una madeja multicolor, o hago conmigo mismo figuras de cordel, como las que se tejen en las manos extendidas y se van pasando de un niño a otro. Me preocupo sólo de que el pulgar no falle el nudo que le toca. Después vuelvo la mano y la imagen queda diferente. Y vuelvo a comenzar.
    • LDD, fragmento 12
  • Tengo hambre de la expresión del tiempo, y quiero ser yo sin condiciones.
    • LDD, fragmento 14
  • Dar a cada emoción una personalidad, a cada estado del alma un alma.
    • LDD, fragmento 26
  • No el placer, no la gloria, no el poder; la libertad, sólo la libertad.
    • LDD, fragmento 34
  • Si quiero decir que existo, diré «Soy». Si quiero decir que existo como alma separada, diré «Soy yo». Pero si quiero decir que existo como entidad que a sí misma se dirige y forma, que ejerce ante sí misma la función divina de crearse, ¿cómo he de emplear el verbo «ser» sino convirtiéndolo súbitamente en transitivo? Y entonces, triunfalmente, antigramaticalmente supremo, diré «Me soy».
    • LDD, fragmento 84


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